¡Se unieron para servir! Ciudadanos entregan felicidad a los más necesitados
"Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, estuve enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme" (Mt 25, 35-36).
Estas palabras movieron el corazón, hace más de tres años, de una pequeña comunidad de Católicos Practicantes, para llevar el pan espiritual y el pan físico, además de anunciar el evangelio a las personas menos favorecidas de la ciudad.
Como ellos mismos comentan, para los habitantes de calle, este es un camino sin retorno, por incontables situaciones, pensamientos, sentires y experiencias que los han llevado a dónde se encuentran, hoy en común tienen hambre, sed y un gran anhelo por retornar al amor, quienes por circunstancias y diferentes situaciones y necesidades, eligieron tomar el camino, pero hoy se arrepienten del ayer y piden a gritos volver a ser hijos, padres, hermanos, amigos y ante todo, ver el rostro y la misericordia de Dios.
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Por esas razones, la iglesia Sinodal en misión permanente, se ha encargado de llevar la palabra, entregando una voz de aliento, abriendo sus brazos, curando sus heridas, ayudando a levantar las manos en gratitud a Dios, por la rehabilitación de quienes hoy ayudan, llevándoles comida y víveres.
Pero, ¿Cómo inició todo?
En medio de la pandemia, un grupo de hermanos de la parroquia de Bocagrande, compraron 250 platos de comida a SOS Cartagena, a través de un banco de alimentos, esto con el fin de aplacar el hambre de los habitantes de calle de Bocagrande, algo que llamaron el “Desayunaton”.
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Por alguna razón, ese día no encontraron habitantes de calle en el barrio y se dieron a la tarea de recorrer la ciudad. Se detuvieron en Chambacú y hoy, después de varios años, esta misión se repite cada 15 días con donantes anónimos.
“Nuestra labor no soluciona el problema de raíz; sin embargo, creemos que es una gota de rocío que pueden recibir”, comentó uno de los miembros del grupo.