Procuraduría condenó asesinato de pastor evangélico en Zona Bananera (Magdalena)
Ante el asesinato del pastor Iván Darío García González, líder de la Iglesia Cristiana Nuevo Renacer, ocurrido el 9 de enero en la vereda Carital, municipio de Zona Bananera (Magdalena), la Procuraduría General de la Nación emitió un enérgico pronunciamiento de rechazo a este nuevo atentado contra la vida y la fe que ha sacudido a las comunidades religiosas del país.
El asesinato de García González no es un hecho aislado. Hace apenas días, el 29 de diciembre de 2024, el pastor Marlon Yamith Lora, su esposa Yorley Rincón y sus dos hijos fueron masacrados en Aguachica (Cesar). Tres líderes religiosos asesinados en 11 días evidencian la grave amenaza que enfrentan quienes dedican su vida a la construcción de valores y a la cohesión social en zonas vulnerables.
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En un duro pronunciamiento, el procurador delegado para los Derechos Humanos, Javier Sarmiento, condenó el crimen y lo calificó como un atentado contra el derecho a la vida, la libertad de culto y la paz social en los territorios.
“Estos líderes religiosos, lejos de representar un riesgo, son pilares fundamentales de nuestras comunidades, y su persecución debe ser tratada como una prioridad nacional”, afirmó Sarmiento.
La Procuraduría General de la Nación exigió al Ministerio del Interior y a la Unidad Nacional de Protección (UNP) actuar de inmediato. Pidió incluir a los liderazgos religiosos como una población en riesgo y reforzar las medidas de seguridad, solicitando información sobre las estrategias implementadas para garantizar su protección.
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El organismo advirtió que la impunidad y la falta de medidas preventivas están dejando a los líderes religiosos a merced de quienes buscan sembrar el miedo. Con un llamado enfático, instó a las autoridades nacionales, departamentales y municipales a trabajar de manera conjunta para garantizar entornos seguros, no solo para los pastores, sino para todos los líderes sociales que enfrentan amenazas en Colombia.
Este nuevo capítulo de violencia ha generado un profundo rechazo en las comunidades de fe y en la sociedad en general. Los fieles exigen que el sacrificio de estos líderes no quede en el olvido y que el Estado, más allá de pronunciamientos, tome acciones contundentes para frenar el derramamiento de sangre.