La llegada de César Farías al banquillo de Junior, tras la remoción del cargo que sufrió Arturo Reyes, generó enormes expectativas en el entorno del combinado caribeño. Y todo porque, muchos seguidores del club 10 veces campeón de Colombia, pensaron que la fisonomía en la competencia iba a cambiar de forma radical e inmediata con la nueva orientación.
Es natural y hasta obvio, cuando ocurren cambios de orientador, que los futbolistas se pellizquen y den un extra al nuevo timonel. Y eso, casi siempre, ocurre. Pero también, es cierto que los técnicos no tienen la pócima mágica que les permita cambiar de golpe la situación. No obstante, se espera una reacción vigorosa de los jugadores, fútbol diferenciador y triunfos de forma rápida. Aunque ese panorama no se ha visualizado en las primeras presentaciones del conjunto caribeño.
Hasta ahora, después de ver dos partidos del Tiburón bajo la comandancia de Farías, queda claro que se asomaron variedades tácticas y nuevas energías individuales y colectivas, pero sin alcanzar rendimientos notables.
Frente al Medellín, en el partido de ida de los octavos de final de la Copa Betplay, el planteamiento fue con defensa impar: 3 centrales y 2 carrileros. Rafa Pérez, Emmanuel Olivera y Nicolás Salazar, formaron la trinca, mientras que Edwin Herrera y Yairo Moreno, se movieron por los carriles. Sin Mele, por tener compromisos con la selección uruguaya, el pórtico fue custodiado por Jefferson Martínez, y la dupla compuesta por Didier Moreno-Víctor Cantillo se combinaron en el eje central y por delante del 5 posterior. Yimmi Chará, José Enamorado y Carlos Bacca, complementaron el onceno ‘Rojiblanco’.
En el estadio Ditaires, el orden y los soportes sin la pelota, se sostuvieron en los primeros 45 minutos, porque en la segunda parte las cosas cambiaron de forma dramática, y, en seis minutos, ‘El Poderoso’, que atacaba e insistía con determinación, anotó los dos goles que finalmente sentenciaron su superioridad.
Con el balón, las ideas del combinado juniorista poco fluyeron y la producción en ataque fue demasiado pobre en los 90 minutos. El técnico hizo modificaciones, pero su escuadra siguió opacada, nublada y sin capacidad para profundizar en los territorios del rival.
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En el choque reciente, en el estadio Metropolitano, ante Águilas, César Farías usó defensa par: ubicó 4 hombres en la línea del fondo, 2 centrales (Emmanuel Olivera-Nicolás Salazar) y 2 laterales (Yefferson Moreno-Edwin Herrera). Por delante de ellos, formateó un: 2-3-1. Con Bacca, como punta de lanza y Mele, custodiando la cabaña.
Desde los primeros compases del partido ‘El Tiburón’ mostró sus intenciones: presión e intensidad, para recuperar el útil, y dinámica en los lances ofensivos. A través de esa iniciativa produjo varios intentos de gol, sin efectividad. Pero todo ese envión se vio empañado por pifias defensivas. Mele e Hinojosa cometieron faltas dentro del área que el elenco visitante tradujo en goles. Dos penales y dos aciertos.
Después, la practicidad y el orden en la estructura táctica de las Águilas dejó en claro las deficiencias del onceno local, que luchó y corrió, pero con demasiadas carencias en la imaginación y en las variables en fase de ataque. Aún así, sin elaboración clara y a empujones, ‘El Tiburón’ bien pudo empatar el partido, sin embargo, volvió a sucumbir (3-4), esta vez en la Liga y en su casa.
Dentro del análisis, es probable que se pueda cuestionar una decisión arbitral que privó de un penal al equipo local, tras no ser considerada una mano de Guillermo Celis, como también será cuestionable las desatenciones defensivas y las formas inexpresivas y desorganizadas con la pelota que planteó la escuadra de Farías.
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Queda claro que el técnico venezolano está tratando de insertar su idea, pero le tomará su tiempo. Entretanto, pacientemente, tocará esperar que aparezcan los resultados y un juego acorde al plantel. Porque el profesor Farías no es un mago.