Ese reciente video en donde se ve a Diego Maradona bailar (bailar es un decir), con su compañera sentimental, grafica, una vez más, el estado deplorable de quien fuera uno de los grandes jugadores del balompié mundial.
De tiempo atrás, nos hemos dado cuenta que, su forma de hablar y de andar, cansina ambas, denota a las claras que Diego no está bien y parece que él ni siquiera lo sabe, lo que es lamentable; pero su entorno sí lo sabe, pero, da la impresión que disfrutara de los males que exhibe el ex diez de la selección Argentina.
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Las limitantes de Maradona son evidentes y, no son solamente físicas o de motricidad, son de velocidad del habla y de coordinación mental. Infortunadamente, las atrofias de Diego lo reducen a una mínima expresión como ser humano. El hombre recursivo y habilidoso con la pelota, ahora está sometido al alcohol y a los fármacos, y a la presión de su séquito que disfruta y saca provecho de los gestos y las acciones tontas del “Pelusa”.
Es increíble que aquel esplendoroso jugador que descrestó al universo del fútbol, con su zurda maravillosa y sus movimientos plásticos, que era capaz de delinear una ruta indescifrable para los arqueros y producía gambetas que desparramaba rivales en las canchas del mundo, hoy, con el paso del tiempo, sea incapaz de sostenerse por sí mismo, de caminar erguido y de modular palabras audibles. Una lástima.
Es una lástima que él no quiera reaccionar y despertar de su letargo. Es una lástima que sus acompañantes de turno, en vez de ayudarlo, lo estén llevando, cada vez más, al fondo del hueco de dónde quizás jamás saldrá.
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Maradona, quizás, perdió la fuerza de voluntad para enderezar su camino; y, también, quizás, hasta ya no le interese volver a la realidad, esa que usted y yo vivimos.
Recién estábamos celebrando aquel golazo que le marcó a Inglaterra en el Mundial México 1986; hace 34 años; una obra de arte que sólo pueden plasmar los artistas del fútbol y que quedó como una gesta antológica tallada por el ingenio y el talento de un mortal. Pero, mientras el mundo del fútbol celebraba ese histórico gol en donde Diego emprendió carrera desde su cancha, con pelota pegada al pie, dibujando un óleo en su serpenteante andar y dejando a los ingleses atónitos y sin reacción, es lamentable que Maradona ni siquiera pueda recordar ese grandioso episodio.
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