El miedo a hablar en público es una forma de ansiedad frecuente. Puede variar desde un nerviosismo leve a un miedo paralizante y pánico. Muchas personas con este miedo evitan las situaciones en las que tienen que hablar en público por completo o sufren en su transcurso, con las manos y la voz temblorosas.
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Esta situación puede ser problemática, dado que hablar en público puede convertirse en una habilidad para el desarrollo de una carrera profesional en diferentes sectores laborales. Y aunque es normal que todo discurso lleve un grado de nerviosismo y ansiedad, también es adaptativo, ya que le permite a la persona afrontar de manera acertada una situación en particular.
El manejo de la expresión oral y corporal se ha convertido en una de las características más importantes que debemos desarrollar las personas. La transformación que vivimos en mundo actual, hace que cada día desarrollemos más las habilidades comunicativas, sobre todo, cuando hablamos frente a un grupo determinado de personas.
De acuerdo con Marcela Quintero Jiménez, docente del programa de Comunicación Social de Areandina, “hablar en público es una de las situaciones que genera mayor temor en las personas por miedo a equivocarse, no poder transmitir el mensaje deseado o que simplemente las demás personas no entiendan o no se interesen por nuestra intervención. Estos son solo algunos de los factores que generan inseguridades en las personas a la hora hablar en público, ya sea de manera presencial o virtual”.
El miedo a hablar en público o glosofobia es una situación que todas las personas experimenta a diario y que deja en evidencia síntomas físicos, conductuales o cognitivos que representan el “pánico escénico”, situación que, según la académica Quintero, es muy común y aparece a temprana edad, desde la niñez en un salón de clases hasta en reuniones laborales en la adultez, un miedo que las personas se enfrentan por timidez o falta de confianza.
Para la experta Quintero, la glosofobia va acompañada de síntomas físicos visibles en los momentos de la intervención con el público, influyendo de manera negativa en su proceso comunicacional como lo es el sudor, la respiración acelerada, temblor e incluso, un tono de voz débil. “Es muy frecuente ver los miedos que enfrentan las personas, en especial los estudiantes al momento de expresarse en público sin importar si se dirige a un grupo pequeño o grande de personas, expresa la docente Quintero.
Potenciar la oratoria podría prevenir la aparición de estos miedos frecuentes, por lo que la docente Quintero aconseja:
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Definir el objetivo de la intervención: tener claro el objetivo al momento de dirigirse al público para ayudar el proceso de planificación. Importante mencionar que los objetivos pueden trabajarse de forma individual o combinarlos como informar y enseñar, divertir y entretener, persuadir y convencer etc.
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Conocer el tipo de audiencia o público: conocer las características socioculturales de las personas a las que se dirige el orador, identificar si son personas de una misma profesión o no, edades, saber qué deseos o necesidades tienen.
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Preparar lo que se va a decir: es importante entender lo que se va a decir, interiorizar el tema, apropiarse de él, y para lograrlo, lo mejor es prepararlo y estudiarlo con anticipación.
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Empezar bien: la primera y última frase dentro de una intervención con el público son fundamentales, ya que las personas siempre recordarán lo positivo o lo negativo de ese momento, por eso hay que estar seguros de los que se va a decir y captar la atención del público todo el tiempo.
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Sé tú mismo: ser auténticos y hablar con naturalidad es sinónimo de ser más asertivos y por eso, no necesario buscar la perfección, sino sentirse cómodo y mantener la esencia frente a un público.
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Relajarse: respirar profundo, mantener la respiración por hasta cuatro segundos y soltar, es uno de los ejercicios claves antes de iniciar un discurso o intervenir en situaciones nerviosas.
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Manejar una postura corporal: los ademanes o la postura corporal pueden afectar la intervención con el público, por lo que se sugiere aprender a manejar la expresividad, evitar movimientos bruscos de brazos, evitar caminar demasiado por el auditorio o el lugar donde se hace la intervención, cuidar los gestos o movimientos faciales para que la información de tipo verbal se complemente o se refuerce a través de la comunicación no verbal.
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Ser positivos: pensar que va a salir bien es casi una garantía de éxito. No enfrascarse en lo que se suele fallar o lo que se considere que comúnmente no sale bien. Hay que tener plena seguridad antes, durante y después de cada intervención con el público.
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Aceptar las equivocaciones: es normal que pueda haber equivocaciones, sin embargo, se sugiere seguir adelante con el discurso, es fundamental aprender a soltar el miedo y tener presente que cada experiencia es un motivo de enseñanza.
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Grabarse: practicar frente al espejo o grabarse con el celular ayudará a revisar y ajustar pequeños detalles, así como afianzarse más en el discurso.