Las "negritas de la 72" mantienen viva la tradición de los dulces en Barranquilla
Entre el gorjeo de aves y el ruido de los carros hay un grupo de mujeres que se hace notar sigilosamente. Su único propósito es endulzarle la vida, a quienes se los permitan.
Ellas son las cariñosamente llamadas “Negritas de la 72”, en su mayoría, integrantes de la comunidad afro, quienes cada Semana Santa, se ubican en los alrededores del parque Suri Salcedo al norte de Barranquilla, para vender dulces, desde afrodisíacos hasta los más tradicionales.
“Los que más piden las personas son el dulce de leche, el de ñame, coco con leche, guandú y el de papaya”, contó Raiza Valdés, vendedora.
En tazas puestas sobre mesas exhiben hasta 18 clases de dulces y atiende con entusiasmo a la clientela, a pesar de que madrugan a preparar todo.
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“Yo me levanto a las dos de la mañana, a veces me acuesto a las 12, pero dejo todo listo, solamente para revolver en el fogón”, así lo expresó Anatalia Fontalvo.
Entre tanto, Valdés, indicó que uno de los que más trabajo le cuesta elaborar son los de ñame y leche: “uno no puede espabilar porque se vuelve candela. Uno tiene que estar pegada allí, no se puede descuidar”.
Joanis Valdés, hija de Raiza, y quien, desde hace cinco años, la ayuda con la venta, afirmó que los dulces quedan en su punto, si son hechos con amor y se cuenta con todos los elementos necesarios para procesarlos.
“Es muy importante tener todos los ingredientes indispensables y contar con la medida, es decir, no echar ni más ni menos tanto de agua como de leche o azúcar porque no va a quedar igual”.
Este oficio, en muchos de los casos, es transmitido de generación en generación, como lo manifestó Margarita Morales.
“Tengo más de 40 años vendiendo dulce porque fue algo que aprendí de mi mamá y aún lo conservo. Mis hermanas también aprendieron a hacerlos. Por eso, están aquí conmigo, ofreciendo los dulces”, aseveró Margarita Morales.
Esta tradición tiene altas y bajas, este año, la inflación ha incidido en las ventas. De acuerdo con Joanis, el incremento en los precios de los ingredientes las ha obligado a hacer alzas.
“A veces la gente cree que, uno quiere aumentarlos porque sí, pero no saben que a nosotros también nos cuesta”.
No obstante, nunca pierden la fe de llevarse a casa los recipientes vacíos, señal de que todo fue un éxito.
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